Una solución constructiva como cerramiento que podemos proponer en la arquitectura, que es considerado como un sistema de ahorro energético al mismo tiempo. Hablamos de los muros Trombe, patentado a finales del siglo XIX (1881) por Edward Morse, pero que pasó desapercibido hasta mediados del siglo XX, cuando en los años 60 el ingeniero Félix Trombe y el arquitecto Jacques Michel lo popularizaron en sus diseños en Francia.
Pero, ¿en qué consiste exactamente?
Se trata de un sistema que mediante el aprovechamiento de la masa térmica de un muro consigue calentar o enfriar el espacio interior entre 6 y 10 grados. Es decir, se hace uso del aprovechamiento pasivo de la energía solar a través de distintos materiales y sus capacidades de conducción y almacenamiento del calor.
Entonces, ¿qué elementos se necesitan para construir un muro Trombe?
Ahora que ya conocemos las partes del muro podemos entender como funciona. Básicamente con lo que se juega es con la densidad del aire y el aprovechamiento de su movimiento a través de la convección, para dirigir las masas de aire hacia un lado u otro en función de si queremos enfriar o calentar.
Para su óptimo aprovechamiento deberemos disponer este muro en las fachadas Sur si nos encontramos en el hemisferio Norte; y en las fachadas Norte si nos disponemos en el hemisferio Sur. De esta forma los rayos solares atraviesan el vidrio, entrando en la cámara (espacio entre el vidrio y el muro, de aproximadamente 20cm de espesor). Podremos colocar de forma adicional una lámina vinílica negra en la cara exterior de nuestro muro como potenciador de los rayos solares que impactan contra este.
Dentro de la cámara, la temperatura sube gracias a los rayos solares, y se crea un efecto invernadero que es aprovechado gracias a la capacidad de convección del aire para moverlo de forma que enfriemos o calentemos el espacio habitable a través de la apertura o cierre de las trampillas. El siguiente esquema nos facilita una idea del funcionamiento de esos movimientos del aire por convección dependiendo de estación del año y el momento del día (apreciando también el estado «abierto o cerrado» de las trampillas mencionadas anteriormente).
Teniendo en cuenta la diferencia de inclinación del Sol (mayor inclinación en verano que en invierno), podemos aprovecharnos mucho del muro Trombe si lo combinamos con un alero, de forma que el espacio justamente anexo a la cristalera quede protegido (en sombra) y la temperatura del aire ahí sea menor. De esta forma evitamos en verano el efecto invernadero en nuestra cámara y por tanto que nos entre más calor. Al colocar el alero, el enfriamiento se produce por medio de la ventilación a modo de chimenea solar.
Otro punto a controlar con detalle es la morfología y materialidad de nuestro muro, de forma que cuente con la mayor inercia térmica posible, así se producirá una autorregulación térmica durante el ciclo de un día completo (día y noche) que evitará que se sobrecaliente durante las horas de más impacto solar y que se enfríe en exceso en la ausencia de sol y calor ya que ha conseguido almacenar suficiente energía como para liberar calor de forma constante y gradual durante la noche.